Cuando en el ámbito laboral se combinan generaciones, solemos escuchar las opiniones de los antecesores sobre características tales como: “los jóvenes de hoy ya no tienen compromiso”, “estos chicos no valoran nada”, “son jóvenes que no entienden de sacrificio”, entre tantas otras quejas.

Es cierto que somos generaciones muy diferentes, tanto como lo fueron los “Baby Boomers”, que con su gran capacidad de trabajo y sacrificio valoraban la estabilidad; en contraposición con la “Generación X”, que se caracteriza por la creatividad por encima de las normas rígidas, valorando el cumplimiento de objetivos a cualquier precio. En este punto, los “Millennials” valoran el liderazgo y cumplen objetivos, pero no a cualquier precio.

La reflexión que proponemos es: ¿qué resiste la Generación X?

Creencias tales como: “hay que trabajar siempre horas de más para mostrar compromiso y ascender”, “solo con sacrificio se consiguen los objetivos”, “si queremos llegar lejos, la prioridad es el trabajo”…

Los jóvenes “Millennials” valoran su tiempo libre, nacieron en la era de las comunicaciones, donde la información dejó de ser el “4to. Poder” para estar disponible para todos y en todo momento. Esto plantea un nuevo desafío: si bien buscar y encontrar, está a un clic de distancia, discernir qué información es válida, idónea y adecuada para lo que buscamos, requiere de las habilidades de todas las generaciones.

Si los “Millennials” encuentran un sentido superador para lo que hacen, desplegarán su máximo potencial y serán un gran aporte para la organización. De lo contrario, se irán. Son creativos e inquietos; y bajo esta premisa, la pregunta que podríamos hacernos es: ¿cuándo son más efectivos y eficientes estos jóvenes “Millennials”? -cuando generamos espacios creativos, o cuando los obligamos a sentarse 10 u 11 horas en un escritorio…

Quienes pertenecen a la “Generación X” han transgredido lo suyo y se adaptaron a las nuevas tecnologías y a los cambios. También es cierto que rescindieron mucho de su tiempo de descanso para crecer, para desarrollarse profesionalmente, creyendo que esa era la forma. Pero… ¿qué paso con su espacio de ocio? Tal vez la cultura les hizo creer que “hacer nada” era para vagos.

Hoy aprendimos que hay momentos para hacer y momentos para dejar de hacer. Aprendimos que ser un buen profesional va de la mano de nuestra evolución como personas, valorando además nuestro espacio para el ejercicio, el esparcimiento, las relaciones, la familia y todo aquello que nos nutra. Por otra parte, tanto desde la educación formal, como desde el lugar de responsabilidad de padres y líderes de estos jóvenes, sólo les dimos orientación vocacional, algo valioso aunque no suficiente. Poco hablamos de la importancia de tener claro un propósito en la vida.

Si la actividad que elegimos carece de sentido para nosotros, si nuestro hacer no tiene un “para qué”, nuestra vida se tornará vacía, rutinaria, y tarde o temprano nos desmotivaremos. Cuando se despierta un motivo, cuando lo que elegimos hacer está en directa consonancia con quiénes somos y qué queremos lograr, nuestro corazón vibra y la acción brota con sentido.

En QUAZARUM hemos entrenado a jóvenes “Millennials” que dudan al elegir una carrera o se cuestionan luego de elegirla. Hemos visto con claridad en el 90% de los casos, que cuando develan su propósito, su situación cambia radicalmente, y la creatividad se despierta de mil formas, ya sea con la inquietud de estudiar una carrera universitaria o con una actividad que los lleve a desplegar todos sus talentos. Éstos nos hacen únicos.

La premisa, sumar nuestras diferencias, es lo que potencia los resultados, ya que la integración es mucho más que la suma de las partes

Si te interesa profundizar este tema, ponete en contacto con nosotros enviando un mail a evoluciona@quazarum.com.ar poniendo en el asunto: GENERACIONES

Nuestra filosofía:
Entrená tu cuerpo, entrená tu mente y expresá tu alma.
Se tu mejor versión, fiel a tu propósito.